Saliendo desde Santander y hasta llegar a Puente Viesgo, la mayor parte del camino es protagonizada por el verde, ese color que representa Cantabria y que inunda los Valles Pasiegos.
Estando en Puente Viesgo, nuestra primera parada fue la Iglesia Parroquial de San Miguel Arcángel, un edificio que parece respirar antigüedad y devoción. Sin embargo, sus paredes de piedra no guardan siglos de historias como suele ser común. Debido al deterioro, la primera iglesia que databa del siglo XVII tuvo que ser derrumbada y en 1948 fue construida sobre sus restos la actual de estilo neorrománico. Aunque sí se conservan la torre y una de las capillas. Acercarse a ella para admirar de cerca sus detalles hace más evidente su juventud.
A su derecha se encuentra un camino que rodea la iglesia y desde donde puede verse el edificio del Ayuntamiento. Este palacete resulta muy curioso a la vista, pues, con sus grandes jardines y su muro de piedra, parece más un hogar de familia acomodada. Conocida como la casona de Fuentes Pila, fue declarada Monumento Histórico de Cantabria en 2002.
Dejamos ambos edificios atrás y emprendimos el camino por la Vía Verde del Pas. Caminando por donde alguna vez estuvieron los raíles del ferrocarril nos encontramos con la antigua estación de tren que nos recibió con su aire nostálgico, recordándonos tiempos pasados de viajes y encuentros. Aunque ya no cumple su función, la estación sigue viendo el ir y venir de la gente que pasea por ahí para disfrutar de la tranquilidad y la naturaleza.
Además, para complementar la historia, nos encontramos también con una locomotora antigua llamada «Reyerta» de origen alemán que solía recorrer la antigua vía.
Senda fluvial o senda de los pescadores
Un poco más adelante divisamos la pasarela sobre el río Pas junto a un rincón que despertó nuestros sentidos. El murmullo del agua, la vista de la presa y el cantar de los pájaros nos atrajo. Después de cruzar la pasarela de madera nos adentramos en la senda fluvial. Una ruta que desde el otro lado del río ya nos pedía explorar y que nos llevó por parajes de una belleza indescriptible. Con el río a nuestro lado, sus aguas cristalinas y el verdor de la vegetación que lo rodeaba, pareció que el tiempo se detuvo.
Es conocida como senda de los pescadores debido a que es común verlos en acción mientras recorres el camino, puesto que es coto de pesca.
Aunque no es un trayecto complicado, el terreno va cambiando conforme avanzas, adaptándose a la naturaleza propia del sitio. Además, algo que llama la atención es la erosión de las rocas que hablan del pasar del tiempo y la fuerza del agua capaz de moldearlas a su antojo.
Subida al monte Castillo
Tras llegar al final de la senda y después de hacer un alto en el camino para reponer fuerzas, nos dirigimos a nuestro próximo destino: el inicio de la ruta hacia el monte Castillo.
Pese a que la ruta habitual comienza por la carretera que lleva a las Cuevas del Monte Castillo, el camino que elegimos fue el antiguo que sube desde el barrio de La Llana y por el cual caminas bajo la sombra de los árboles. Aquí el silencio parecía reinar hasta que poco a poco nuestros oídos se acostumbraban al sonido de las hojas movidas por el viento y los animales que pastaban tranquilamente en la cercanía.
A la altura de la entrada de las cuevas, el camino continuaba a la derecha por la ruta minera que avanza en zigzag y cuya pendiente permite, para bien o para mal, detenerse continuamente a respirar, contemplar los eucaliptos y disfrutar de los distintos miradores hasta llegar alcanzar los 300 metros de altura. Es ahí donde el paisaje va cambiando, convirtiéndose en protagonistas las encinas, espinos y saúcos.
Finalmente, y con un poco de esfuerzo, alcanzamos la cima del monte Castillo. Desde lo alto, contemplamos una vista panorámica de los Valles Pasiegos, un paisaje que nos dejó sin aliento. La inmensidad de la naturaleza se extendía ante nosotros, recordándonos lo pequeños que somos en comparación con la grandeza del mundo que nos rodea.
Aunque no es posible observar las ruinas del castillo altomedieval que da nombre al monte debido a que se encuentran cubiertas por hierbas, sí que se puede apreciar la cruz que corona la cima junto con la pequeña ermita dedicada a la Virgen del Castillo.
Deja una respuesta