Camaleño, un rincón escondido en el Valle del Deva, bajo la sombra de los Picos de Europa, es una invitación a sumergirse en un mundo donde la naturaleza y la historia son los únicos protagonistas. Un viaje que permite conocer, entre otros lugares, el emblemático Monasterio de Santo Toribio de Liébana, las calles cargadas de historia de Mogrovejo y las vistas desde el teleférico de Fuente Dé.
Nuestra primera parada en Camaleño fue el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, muy cerca de Potes. Rodeado por montañas, este lugar es como un bastión de espiritualidad y un testigo de siglos de historia.
Los muros antiguos del monasterio cuentan historias de fe y devoción. Aquí se encuentra el «Lignum Crucis», el fragmento más grande de la cruz de Cristo que aún se conserva, un relicario venerado por peregrinos de todo el mundo. Este Monumento Nacional es comparable a Jerusalén, Roma, Santiago de Compostela y Caravaca de la Cruz, en cuanto a lugares santos del cristianismo se refiere.
Pero la riqueza del monasterio no se limita a su importancia religiosa. El Beato de Liébana, un monje del siglo VIII, escribió e ilustró aquí sus famosos comentarios al Apocalipsis, creando una obra maestra del arte medieval. Los manuscritos miniados son verdaderos tesoros que nos transportan a una época en la que la fe y el arte se fusionaban de manera sublime.
La Puerta del Perdón, abierta solo en los Años Jubilares Lebaniegos (que ocurren cuando el 16 de abril, festividad de Santo Toribio, cae en domingo) como el que acaba de celebrarse en 2024, recuerda la importancia de este lugar para los peregrinos. Al contemplarla, uno no puede evitar pensar en los millones de pies que han cruzado su umbral en busca de redención y esperanza.
Una postal viva del medievo
Dejando atrás la tranquilidad del monasterio, dirigirse a Mogrovejo es adentrarse en uno de esos lugares de Cantabria en los que el tiempo se detiene. Al llegar, la torre medieval se destaca como un faro de historia, un vestigio del poder de la familia Mogrovejo, que ya era prominente en el siglo XIII. Caminando por sus calles empedradas, se siente como si formaras parte de una postal viva del medievo.
El entorno natural de Mogrovejo es impresionante. Rodeado por las cumbres nevadas de los Picos de Europa, el contraste entre la robustez de la arquitectura y la suavidad del paisaje crea una visión que parece casi irreal. Aquí, el ritmo del tiempo más lento permite disfrutar de una tranquilidad que rara vez se encuentra en la ciudad moderna.
Desde las alturas
En Fuente Dé las imponentes paredes calizas de los Picos de Europa hacen acto de presencia. El teleférico de Fuente Dé, una obra de ingeniería diseñada por José Calavera Ruiz y Ángel Hernández Morales, permite ascender 750 metros hasta el mirador de El Cable en poco menos de cuatro minutos, estando casi a 2.000 metros de altitud. Una experiencia emocionante mientras las vistas de la Cordillera Cantábrica se llevan toda la gloria.
Desde el mirador de El Cable, la vista es simplemente impresionante. Las montañas se alzan imponentes, y el valle del Deva se extiende como una alfombra verde bajo el cielo azul. Este punto de observación es también el inicio de muchas rutas de senderismo, que invitan a los aventureros a explorar los macizos de los Picos de Europa.
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