Recorrer la costa cántabra en busca de sus emblemáticos faros es una experiencia única para contemplar estas estructuras marinas. Cada faro cuenta con su historia única y su ubicación privilegiada. Desde San Vicente de la Barquera hasta Castro Urdiales, estos guardianes del mar ofrecen una perspectiva singular de la región.
Faro de Punta Silla en San Vicente de la Barquera
Comenzando en la costa occidental de Cantabria, dentro de la comarca Saja-Nansa (clasificación turística de acuerdo con la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte de Cantabria), el Faro de Punta Silla en San Vicente de la Barquera, con su torre de casi 10 metros, ofrece una vista espectacular de la costa. Situado a solo dos kilómetros del centro histórico, el faro también alberga el Centro de Interpretación del Parque Natural de Oyambre, un recurso educativo gratuito que resalta la biodiversidad de la región.
Este faro, operativo desde 1871, cuenta con una ubicación que invita a explorar tanto el patrimonio marítimo como la belleza natural del lugar. Desde aquí puedes observar la Playa de Merón, la Ría de San Vicente y San Vicente de la Barquera con los Picos de Europa al fondo.
Faro de Punta del Torco de Afuera en Suances
En Suances, dentro de la comarca Costa Central, el Faro de Punta del Torco de Afuera se encuentra en un entorno espectacular. Construido en 1863, este faro vigila la entrada a la ría de San Martín de la Arena. Su ubicación en la Punta del Dichoso, entre las playas de la Concha y los Locos, ofrece vistas que son un deleite para los ojos.
Desde su base, un pequeño sendero permite descender hasta el borde del acantilado, donde el mar y la roca se encuentran constantemente acompañados por las olas y el viento.
Faro de Cabo Mayor en Santander
El Faro de Cabo Mayor es el más antiguo y uno de los más importantes de Cantabria. Con una torre de 30 metros de altura situada sobre un acantilado de 90 metros, este faro ofrece unas vistas panorámicas excepcionales. Su historia se remonta a 1839 y hoy alberga el Centro de Arte Faro de Cabo Mayor con la colección Sanz-Villar, que se puede visitar gratuitamente.
El faro sigue cumpliendo su función de guía para los navegantes y es un símbolo de la seguridad marítima en la bahía de Santander. Su entorno natural es único y puede apreciarse dando un paseo por la senda de Mataleñas.
Faro de la Punta de la Cerda en Santander
Ubicado en la península de la Magdalena, el Faro de la Punta de la Cerda es el más modesto de los faros de la bahía de Santander, pero no por ello menos interesante. Con una altura de 11 metros, este faro es la sede del «Aula del Mar», un proyecto educativo que busca concienciar sobre la riqueza del entorno marino a través de exposiciones y talleres interactivos.
La ubicación del faro permite disfrutar de unas vistas impresionantes del Cantábrico, y su proximidad al Palacio de la Magdalena lo convierte en una visita obligada.
Faro de la Isla de Mouro en Santander
Uno de los faros más icónicos y desafiantes de Cantabria es el Faro de la Isla de Mouro. Situado en un pequeño islote declarado Reserva Natural en 1986 a la entrada de la bahía de Santander, este faro de 18 metros de altura es testigo de la fuerza del Cantábrico durante las tempestades. Ver cómo las olas rompen contra la torre es un espectáculo impresionante.
Aunque no se puede acceder al islote, las vistas del faro desde varios puntos de observación en la bahía de Santander son fascinantes. La historia de este faro, a menudo considerado maldito debido a los múltiples accidentes en la zona, añade un aire de misterio y respeto hacia esta imponente estructura.
Faro de Ajo
El Faro de Ajo, en el municipio de Bareyo (comarca de Trasmiera), es una explosión de color y arte. En el verano de 2020, el artista Okuda San Miguel transformó este faro en un lienzo que celebra la biodiversidad local. Sus murales geométricos y coloridos han convertido al faro en un atractivo turístico moderno, contrastando con su historia más utilitaria.
Construido en 1930 sobre un acantilado de 63 metros de altura, este faro es el punto más septentrional de Cantabria. Sus vistas son simplemente espectaculares, y aunque el acceso está limitado a ciertos horarios, la visita es altamente recomendable. Llegar hasta ahí es una oportunidad para disfrutar de una fusión única entre arte contemporáneo y naturaleza.
Faro del Caballo en Santoña
Uno de los faros más desafiantes de visitar es el Faro del Caballo en Santoña. Situado en los acantilados del Monte Buciero, el acceso a este faro es una aventura en sí misma no apta para aficionados. Para llegar, hay que descender 763 escalones tallados en la roca, lo que ya promete una experiencia inolvidable. Al alcanzar el faro, las vistas panorámicas del Cantábrico y los acantilados circundantes son una recompensa más que suficiente.
Aunque el faro ha experimentado mejores momentos, su popularidad no ha disminuido. Para aquellos que buscan una alternativa menos extenuante, existe la opción de llegar en barco o kayak desde Santoña o Laredo. Cualquiera que sea el medio elegido, la belleza del lugar y las aguas turquesas son lo mejor de Cantabria.
Faro del Pescador en Santoña
No muy lejos del Faro del Caballo, en el mismo Monte Buciero, se encuentra el Faro del Pescador. Este faro, todavía en activo, se accede fácilmente desde la playa de Berria a través de un camino asfaltado de unos 45 minutos. Si te atreves a hacer la ruta circular que conecta ambos faros no te decepcionarás, puesto que la caminata combina ejercicio con vistas espectaculares.
Construido en 1864 y modernizado en varias ocasiones, el Faro del Pescador se eleva sobre el promontorio conocido como Punta del Fraile. Su estructura y la historia que lo rodea son testimonio de los esfuerzos continuos por mejorar la seguridad marítima en esta accidentada costa.
Faro de Santa Ana en Castro Urdiales
Finalmente, llegamos a Castro Urdiales, que además de su patrimonio arquitectónico en el que destacan la Iglesia de Santa María de la Asunción, el Puente Medieval y la Ermita de Santa Ana, alberga también el Faro de Santa Ana, edificado sobre un torreón del Castillo-Faro del mismo nombre. Desde su promontorio rocoso, este conjunto de estructuras forma una postal inconfundible del casco viejo.
Al visitar el faro, se tiene la oportunidad de explorar también el castillo, que alberga exposiciones temporales gratuitas. El faro, construido en 1853, con su plano focal a 49 metros sobre el mar, sigue siendo una guía luminosa para los navegantes que se acercan a este puerto.
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